“Tengo dos meses durmiendo en el suelo porque me desalojaron injustamente”: Adives Niño
La mujer tiene tres días en un plantón al frente del Palacio de Justicia de Santa Marta exigiendo que las autoridades se pronuncien sobre su caso.
El pasado 26 de enero, la señora Adives del Pilar Niño fue desalojada de su casa ubicada en el barrio Los Almendros, junto a su familia. Lo curioso es que su propiedad no estaba dentro del desalojo.
La orden era para el predio de al lado, que equivale 1.085 metros cuadrados, sin embargo al momento de realizar el procedimiento, las autoridades que hicieron presencia ejecutaron la expulsión también de la familia Niño, entregándole al nuevo dueño 1.400 mt2 que no establecía el documento suministrado por las autoridades en su momento ."Le entregaron 215 metros de más, que viene siendo mi casa", afirmó Niño.
“El Inspector Marcelino Parejo y el Personero Juan Arrieta, se hicieron los de la vista gorda y no respetaron mis derechos, entregándole mi casa a un desconocido que se adueñó de una casa que no le pertenece”, afirmó la señora Adives.
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Ya han pasado dos meses desde que se hizo el procedimiento, desde entonces esta familia no ha dormido en la calle porque un vecino ofreció darles posada mientras tanto. “Vivo con mis hijas, durmiendo en la sala de la casa de un vecino, en el suelo e incomodando la casa ajena”, expresa esta mujer con voz entre cortada, por la triste situación que se encuentra viviendo.
Por esta razón, desde hace tres días, en compañía de su hija, amigos y vecinos, han decidido realizar un plantón al frente del Palacio de Justicia de Santa Marta, para que la magistrada que tiene su caso se pronuncie.
“Solo espero que la justicia respete mis derechos, porque en Colombia a los ricos los hacen más ricos y a los pobres, como yo, nos quitan lo poco que con tanto esfuerzo hemos obtenido”, afirmó esta mujer que espera recuperar su casa que de acuerdo a los documentos presentados, fue arrebatada injustamente.
Esta familia se mantiene firme ante el paso inadvertido de personas que pasan por el frente, se detienen unos segundos a leer los carteles y siguen su camino, sin siquiera percatarse del drama humano que esconde esta silenciosa protesta.